Para el Chrysler Neon
¿Dónde están las gafas de Mike?
Quique González.
Al me dijo que esas gafas me quedarían bien. Unos días más tarde me las compré y después, en un viejo Ford Capri alquilado fui a recogerle. Desde entonces, el es John y yo soy Mike:Quique González.
-Tenías razón, estas gafas me quedan bien, ahora vamos, tenemos un asunto pendiente.
La radio del coche saltaba de Antony and the Johnsons a Quique González, de R.E.M a Sabina y por ahí seguido. En la guantera, tickets de gasolina caducados y envoltorios de sandwiches y empanadas. Atrás, dejábamos una nube de polvo, una gasolinera sin surtidores y a la dependienta de la tienda. Teníamos un asunto pendiente, más importante que la rubia del café.
Sé que Al no quería pasar por aquel trago, pero era algo necesario. Cuando llegamos a aquel cementerio de coches, Al intentó bajarse del Capri en marcha, pero imaginándome su reacción, yo, ya había bajado los cerrojos. Aparqué el coche, nos bajámos y ahí estaba, el viejo Chrysler, aquella discoteca móvil que a tantos conciertos nos ha llevado, que a tantas piernas de chicas nos ha alumbrado en los semáforos de Gran Vía, que alojó en su interior un cochinillo asado hace un par de Nochebuenas.
Sin mediar palabra, me quité mis gafas de rock y se las presté a Al. Mientras tanto, yo fui al coche, me senté, puse un disco de Lucinda Williams y me surgió el título de una nueva canción. "Old Chrysler".
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