martes, 28 de septiembre de 2010

Blues triste

A Simba
In Memoriam
Porque quien llora ahora
es mi alma. Porque yo ya lloré en su momento.
Porque quien llora ahora
es mi mano
al no poder acariciarte la cabeza
rascarte detras de las orejas
deleitarse con la suavidad de tu pelo canela.
Porque quien llora ahora
son mis ojos
al no poder verte correr, dormir, observarme
al no poder verme reflejado en tus ojos.
Porque quien llora ahora
es mi dedo gordo del pie
al no mordisquearlo cada mañana a las siete
(como las vidas que no tenías)
para darte de comer.
Porque quienes lloran ahora
son tu rascador, el cuenco de tu comida
son las moscas que no cazabas
las plantas que te comías.
Porque quienes lloran ahora
son la soledad de una casa vacía
y del poyete de una ventana que ya no te tiene.
Porque quienes lloran ahora
son las pelotas con las que jugabas
el gato de peluche que cuidabas
y el fresco suelo del baño en el que te tumbabas.
Porque quien llora ahora,
sigo siendo yo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Oído (Sentido)

Hay días que sólo vivo de mi oído,
de escuchar tu piel.
Soy capaz de oír tu mano frotar tu brazo
cuando tienes frío,
tus dedos entrelazarse en tu pelo
cuando te sueltas la coleta.
Soy capaz de oír
tu espalda apretada por el sujetador
y lo que sienten tus piernas al ponerte un vaquero.
Soy capaz de oír respirar tus poros bajo el agua
cuando te duchas
y a la toalla de baño secando
tus piernas, tu culo, tu espalda, tus pechos.
Soy capaz de oír
el aire de tu último parpardeo antes de dormir
y después tu corazón bajo la sábana.

Otros días, tan sólo quisiera ser sordo, a ver si así, escucho el porvenir.

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Voy a dar..."

Para...
Voy a dar  un navajazo al tiempo y voy a recoger toda su sangre para transfurndírmela porque esta noche he partido en pedazos mi corazón y los he arrojado en cada cubo de la basura de esta ciudad y sus alrededores, por si algún día, sales a tirar la basura, lo encuentres por casualidad. Sabrás que es mío porque soy la única persona capaz de hacer eso. Porque he secuestrado golondrinas, lagartijas, he guardado bigotes de gato y me he jugado un beso de tus labios con ese jilguero que cada mañana no ves en tu ventana. Porque cada día de lluvia salgo desnudo a la calle por inventarte conmigo bajo el agua y solo veo mi reflejo en algún charco. Porque quiero llevarte de la mano a conocer todas las esquinas, todos los portales, parar en todos los semáforos, esconderte conmigo en mi coche, en algun parking oscuro; en definitiva, conocer todos esos lugares propicios para el amor que escribió Ángel González. Porque quiero hundirme en el pozo de tus ojos, ser capaz de besarte las anginas del alma, esconderme en tu pelo (o que me crucifiques en el), saborearte lo más íntimo en la privacidad de un parque público, llegar hasta el fondo de tu matriz, creerme ciego por olerte, por tocarte, por saborearte, hacer de tus pechos mis cimas, mis ochomiles (aunque sean de talla normal), de tu espalda, la autopista de mi lengua, de tus piernas, la excusa perfecta para subir a mi fuente y de ese lunar, mi Norte. Porque en cada despedida estábamos "tan cerca del delirio y el pecado" de la comisura de nuestros labios. Porque hay muchas madrugadas que me quedo sin aire para llenar el pulmón.
  Pero ahora, ahora me voy a fumar una nube, me voy a tomar una copa de agua de lluvia, tranfundirme un  poco de sangre del tiempo, orinar desahogos y como aquel, sentarme a esperar lo inesperado. (Tú)

martes, 14 de septiembre de 2010

La espera

Llevaba muchos días, quizá meses o incluso algún que otro año sentado en el mismo banco. Había visto niños jugando al fútbol, parejas amámdose en el cesped, yonquis pinchándose, viejos haciendo gimnasia. Había visto cadáveres, pájaros volando bajo la nieve y mariposas cazando minutos. La había visto pasar más de una vez, y ella ni siquiera se había dado cuenta. Guapa, ligera, cuando pasaba por delante, el corazón le salía por la boca, pero no era capaz de levantarse de aquel maldito banco.
   Un día, alguien se sentó a su lado:
-¿Qué espera?
-Lo inesperado.-contestó.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La cita

"Y la eternidad duró lo que dura un fin de semana"
Pablo Moro
Él la recomendó un buen lugar donde podría sacar muy buenas fotos.
-Te llamo y quedamos para ir.
-Espero tu llamada.
Se besaron y marcharon.
A día de hoy, todavía espera su llamada, un mensaje en el móvil, la esperanza de volver a verla. A día de hoy, cada tarde, él sube a ese sitio donde podría sacar muy buenas fotos y a la misma hora, desde la misma posición, saca, cada tarde, la misma foto, la misma instantánea, con el deseo de que aparezca ella. Peregrina cada día a ese lugar tan cerca del cielo por si ella, en alguno de esos días, descubre aquel lugar con su réflex al hombro.
  Y cada día. el piensa "Si yo...", "si ella...", y se lamenta:
-Si aquel día no nos hubieramos respetado tanto...

domingo, 5 de septiembre de 2010

No conociste

No conocimos Venecia, Londres, París
ni siquiera Viena o Roma.

No pude ver las Playas de Corfú ni los trenes de Praga.
No pude sentir el calor de las jaimas
ni el Mediterráneo en Chaouen.

Nos hartamos de la misma carretera
y del mismo sitio indeseado
(o al menos eso creía
o éramos el coche y yo).

No conociste las estrellas que te enseñé
ni las mariposas que adiestré.
Ni siquiera oíste la arena de mi corazón.

No conocimos Granada, Córdoba, Barcelona
ni siquiera Santiago o Salamanca.

No pude ver morir el sol en Finisterre.
No pude oler naranjos
ni coleccionar flores de azahar.

Nos hartamos del mismo fin de semana
y de la misma monotonía
(o al menos eso creía
o eramos...
no, ya sólo era yo).

No conociste los ojos que te miraban
ni la tráquea que alojó lo más íntimo.
Ni siquiera a este, que un tiempo, te amó.